A 500 años de la conquista española sobre territorio mexicano, surgió la presencia de una mujer llamada Malinalli, nombre de una yerba en náhuatl y se cree era su nombre indígena. Así con ese nombre la conocerían los conquistadores. Cuando fue bautizada por los españoles, le pusieron por nombre Marina y al no existir en náhuatl la letra “R”, se le llamó Malina o Malintzin en diminutivo, como también la conocemos. Bilingüe desde su infancia, hablaba varias lenguas como popoluca, mexica y náhuatl. Al morir su padre es entregada por su madre a los diez años de edad, a un traficante de esclavos y luego vendida a unos comerciantes, donde aprende a hablar maya, posteriormente es regalada como esclava junto con 19 mujeres más, a Hernán Cortés en la batalla de los Tabasqueños.
Al hablar varias lenguas, es tomada como intérprete donde se vuelve pieza clave en la conquista y acompaña a Cortés en todo el proceso.
Una mujer independiente y controversial, sirvió de traductora entre Moctezuma y Hernán Cortés, arquetipo de la mujer que lucha y sale adelante, permitió la comunicación objetiva entre los poderes. Mujer valiente, resiliente, empoderada y condenada injustamente por la historia.
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